ANA
EMILIA LAHITTE
LA
DAMA DE LA POESÍA
Por Olga
Edith Romero, poeta.
Cada lunes se cumplía el ritual: un grupo de personas subía las escaleras y
entraba al salón en el que alguien, con la presencia de una maestra de
ceremonias, se encontraba en la cabecera de una mesa repleta de libros de todos
los tiempos, lugares y autores. Allí se olía y rozaba la poesía bajo “la mirada
experta y sabia” de Ana Emilia según dijera Giannuzzi.
El
Taller finalizó hace doce años, hoy tendría treinta y dos, habiéndose publicado
300 “Hojas de Sudestada” entre miembros y amigos del Taller y una veintena de
cuadernillos.
En
su casa surgieron autores como Castillo, Oteriño, Ballina, Preler y Mux (los
llamados “Cinco poetas capitales”). Varias veces pasaron por allí Hugo Mujica,
Teuco Castilla, María Rosa Lojo, Paulina Vinderman, Ivonne Bordelois, Joaquín
Giannuzzi y muchos otros en visitas celebradas.
Ella
contó entre sus amistades a Juan Ramón Jiménez, Octavio Paz, Pablo Neruda,
Gonzalo Rojas, Borges, Molinari y Orozco y una larga lista de
celebridades.
Viajó
por el mundo y por nuestras provincias con su valija llena de libros de autores
nuestros, llevando la poesía como quien se viste con ella. “La poesía es un
préstamo de infinitud/ una zona de riesgo de lo salvado”
Escribió
sobre María de Villarino, reunió la obra de Roberto Themis Speroni y la publicó
y dio a conocer a través de los años a gran cantidad de poetas platenses.
Ella,
la que escribió “El padre muere”, con una estremecedora mística, la que pintó
en letras “El Hijo” con una ternura desmedida, trató los temas descarnados,
apasionados e intensos que iluminaron su poesía.
Nos dejó un legado: “La poesía se vive, se goza o se padece, se gesta o se
sublima, se humilla, se hiere o se consagra, tras la ardua batalla por el
merecimiento esencial de la Palabra, que tanto se parece al silencio. “Lo demás
es literatura””
Tiene
más de 30 libros editados, premiados casi todos ellos y traducidos a varios
idiomas. La ciudad la tiene entre sus “Ciudadanos Ilustres”.
Han
quedado sin editar numerosas poesías escritas durante sus últimos días, que
definen la tristeza y la ansiedad de quien se siente cerca de la muerte.
Habitaba
una isla en la soledad de su casa, perfumada por los tilos, la que perteneciera
a sus abuelos y luego a sus padres. Así la queremos recordar.
Ella,
la que nos dijo: "A la poesía y la muerte hay que merecerlas", nos dejó su mensaje: "Sólo habrá de salvarnos/ al fin/ la inexistencia.//
Inexistencia/ para el hombre/ no para lo existente.// Inexistencia/ para un
discurso de arcángeles/ no para el silencio/ de Dios."
Ana
Emilia Lahitte falleció el 10 de julio de 2013.
Había nacido un 19 de diciembre
de 1921 en La Plata.
AUTORRETRATO
Me miro en el espejo.
Una mujer avanza
desnuda,
sin heridas aparentes.
Es una hembra espléndida
en épocas de celo,
tal vez.
Pero ya muerta.
En carne y sombra altiva
despoja sus silencios.
En silencio,
un idioma de albatros
la sustenta.
Se yergue luego
intacta
con dignidad de hiedra.
Y aferrada a sus muros
de lumbre y soledades,
espera.
Poemas de Ana Emilia en Aromito.
1 comentario:
Gracias por acercarnos la voz existente de Emilia Laitte. La inexistencia nos anima a reflexionar sobre la existencia.
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